El jamón ibérico de Salamanca fue el protagonista de las primeras tapas, allá por el siglo XVI. En esa época, con el Renacimiento plenamente asentado en nuestro país, comenzaron a mejorar nuestros hábitos higiénicos y empezaron a molestarnos las moscas que habitaban en las tabernas. Para evitarlo, sobre la copa o el  vaso de vino o cerveza, los taberneros ponían una rodaja de jamón o de queso, que servía de tentempié y mantenía a los insectos fuera de la bebida.

Es curioso que cuando tomamos una tapita de jamón de Jamones Montenuevo, S.L. estemos reviviendo aquella época. Eso sí, ahora con todas las comodidades del siglo XXI, con refrigeración, con la mayor garantía sanitaria y sin insectos aunque con el mismo proceso artesanal de elaboración del jamón ibérico que tiene varios siglos de antigüedad.

Con el tiempo, la forma de servir las tapas de jamón ibérico de Salamanca ha ido variando a la vez que se hacían más copiosas. En la actualidad en España conviven dos tradiciones diferentes. Por un lado encontramos la forma más occidental, típica del norte de España, Salamanca, Extremadura y Andalucía Occidental, en el que las tapas están más elaboradas y hay que pagar por ellas. Por otro está la forma del centro y la zona oriental, sin contar el litoral mediterráneo, donde destacan las tapas de Andalucía Oriental, especialmente Granada y Jaén, y las de Madrid, donde la costumbre se está perdiendo, y Castilla y León, donde con cada bebida te ponen una tapita de forma gratuita, aunque no siempre es de jamón ibérico de calidad.